BIENVENIDOS A LAS OPERAS DEL TEATRO COLON

Base de datos de todas las óperas representadas en el Teatro Colón de Buenos Aires desde 1908
(temporada oficial)

Siripo
COMPOSITOR: Boero, Felipe - CON LIBRETO DE: Bayón Herrera, Luis
Opera en 3 actos y 1 prólogo
Basada en la tragedia homónima de Manuel de Lavardén
Estreno, Teatro Colón, 8 de junio de 1937
País de origen: ARGENTINA. La obra de Lavardén está basada en la leyenda de Lucía Miranda, del folklore guaraní. Esa obra inspiró también la ópera de Gilardi: La leyenda del urutaú
Personajes: Lucía Miranda; Yara; Siripo; Sebastián Hurtado; Marangoré; Cayumarí; Nuño Lara; Padre Ledesma; Diego de Miranda; Aliaga; Ocampo; Rivera; Salamanca

Síntesis del argumento: Trata uno de los primitivos dramas de América del Sur, revive la época del siglo XVI con sus figuras legendarias. (Argumento tomado de otra fuente: web musicaclasicaargentina). La acción se desarrolla a orillas del Paraná, en el exterior del fuerte de Sancti Spiritu, fundado por Gaboto (1500). Los españoles que han quedado de guarnición al mando de Nuño de Lara, ven transcurrir los días monótonos y sin alternativas de ningún género, pues los indios timbúes se presentan mansos y obedientes a todas las exigencias de los conquistadores. Pero el odio al invasor germina en el seno de la tribu, azuzada por Siripo, hermano del cacique Marangoré. Este, en cambio, se muestra irresoluto y dispuesto a claudicar, porque se halla locamente enamorado de Lucía Miranda, esposa de Sebastián Hurtado, a quien ha acompañado en la aventura y temeraria expedición. Siripo consigue decidir a Marangoré y resuelve atacar a los españoles por sorpresa, con la condición de apoderarse de Lucía sin causarle daño alguno. Nuño de Lara, jefe del destacamento español, resuelve enviar, bajo el mando de Hurtado, una parte de sus tropas a bordo de un velero, para remontar el Paraná y conseguir víveres, que ya no conviene exigir a los timbúes, y ésta es la oportunidad que elige Siripo para penetrar en el fuerte con mentidas muestras de amistad y exterminar durante la noche a los españoles. Entre el fragor de la lucha y el incendio que provocan los timbúes, Marangoré muere y Siripo se apodera de Lucía, reclamando el exterminio de los conquistadores para vengar la muerte de su hermano. Acto 2. En el campamento de Siripo a orillas del Paraná. Siripo ha heredado de su hermano Marangoré el cacicazgo, y asimismo, la pasión avasalladora por la mujer blanca, que fue la causa de la perdición del cacique timbú. Lucía y su padre, don Diego de Miranga, cautivos de Siripo, esperan todavía la liberación con la llegada de Hurtado y los españoles. Entretanto, Yara, la india favorita de Siripo, ve con terror aproximarse el día de su repudio, pues Lucía finge no ser indiferente a los requerimientos del cacique, y opone el reparo de la religión que los separa, para ganar tiempo. Llega Hurtado, ocultando su nombre, como emisario de Nuño de Lara; viene a proponer la paz a cambio del sometimiento de la tribu, o la guerra y la venganza e caso contrario. Con gran asombro, Hurtado encuentra a Siripo dispuesto a someterse y hasta a abrazar la religión cristiana si los españoles perdonan a los timbúes su traición. Cuando Siripo le revela que el amor de Lucía, a quien Hurtado creía muerta en la destrucción del fuerte, es la causa de ese cambio tan inverosímil. Hurtado se niega a creerlo, pero luego, ante la seguridad de Siripo, se indigna y duda de su mujer. Quiere verla e interrogarla a solas. Aparece Lucía y todo se aclara en un tiernísimo diálogo que interrumpe Miranda; Hurtado se dispone a partir de inmediato para cumplir con su deber de emisario y volver luego a rescatar a Lucía por la fuerza; pero ya es tarde. Siripo sabe que Hurtado es el marido de Lucía, y comprende que ha sido engañado. Ordena a Lambaré que alcance al fugitivo. Lucía, en un arranque de indomable fiereza, apostrofa al cacique, desafiándole a que la hiera en pleno pecho, pues allí encontrará con seguridad a su esposo, a quien no dejó de amar ni un solo instante. Siripo, ciego de ira, va a herirla con su lanza, pero se detiene; su amor por la mujer blanca es más poderoso que su indignación y su dolor. Acto 3. En un claro en la selva. Lambaré, el hermano de Yara, ha muerto en la lucha sostenida con Hurtado y los suyos. Hogueras en el bosque, alrededor de las cuales danzas rituales de los viejos timbúes, alejan del muerto los malos espíritus. Yara intenta atraer, con sus apasionados recuerdos, al cacique, cada vez más triste y enamorado de la mujer blanca. Hurtado, prisionero del cacique, será víctima de la venganza que Siripo prepara para castigar a Lucía, quien al ver el peligro que corre su esposo, promete nuevamente amar al salvaje, y no ver más a Hurtado, quien a su vez elegirá mujer entre las más bellas de la tribu. Hurtado comprende el terrible sacrificio de Lucía y queda anonadado cuando Siripo parte llevando a su esposa desvanecida, ante la desesperación de Yara y el asombro de los timbúes, que ven en tal actitud un presagio de grandes males para la tribu. Pero Cayumarí, el indio fiel a los españoles, desde el momento en que Lucía curó piadosamente sus heridas, vela atento. El hará que Lucía pueda escapar y llegar con Hurtado, por un oculto sendero hasta el barco español, que vigila las costas del río. Cuando ya creía Hurtado llegado el término de tantas desventuras. Yara los descubre, y acuden los timbúes acribillando a flechazos la infeliz pareja. Siripo, al ver caer a Lucía, no puede contenerse y sollozando exclama: "¡Matadme a mi también! ¡Matadme a mí con ella!"

Representada en el Teatro (en temporadas oficiales): 1937

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